Coto Bajo Lidera La Nueva Agricultura Del Aceite De Oliva en España

Christina Fischer (CEO Coto Bajo) explica cómo está configurando un nuevo futuro para el aceite de oliva a través de la sostenibilidad.

En el sur de España, cerca de Almodóvar del Río en Córdoba, Coto Bajo cultiva 960 hectáreas de olivar que producen algunos de los aceites de oliva virgen extra más reconocidos del país. Pero no es solo el sabor lo que distingue a Coto Bajo; es su compromiso con la resiliencia ambiental.

Dirigida por Christina Fischer, Coto Bajo ha pasado más de una década haciendo frente al calor extremo del verano, donde las temperaturas superan regularmente los 45 °, al tiempo que transforma su finca en un referente de la agricultura regenerativa y basada en datos.

En esta entrevista, Christina comparte su trayectoria con Alejandro Vergara (cofundador de ODOS).

¿Qué es Coto Bajo y por qué la sostenibilidad se convirtió en el eje central de su actividad, incluso antes de que fuera tendencia o una obligación?

Coto Bajo se dedica al cultivo de aceituna y a la producción de aceite de oliva virgen extra. “Somos agricultores”, afirma Christina con orgullo, “y cuidamos del medio ambiente y del suelo para producir una de las grasas vegetales más saludables y nutritivas que existen: el aceite de oliva virgen extra”.

“Para nosotros, la sostenibilidad está en el ADN”, añade. Ya en 2008, comenzaron a compostar el orujo de la aceituna, más del 50 % del fruto. En 2014, habían hecho la transición completa a prácticas ecológicas y regenerativas. “Sabíamos que la agricultura tenía que equilibrar los pilares económico, social y ambiental, y ese compromiso lo llevamos todos en el equipo”.

¿Qué estrategias ambientales han puesto en marcha en el campo?

Han priorizado evitar suelos desnudos, reducir el uso de combustible y agua, y desarrollar una economía circular con el compostaje como base. Christina subraya cómo sus olivares funcionan como sumideros naturales de CO₂ y cómo el uso de cubiertas vegetales ayuda a reducir hasta 10 °C la temperatura del suelo en los meses más calurosos, algo clave para mantener la salud del suelo y la resiliencia de las plantas en los veranos extremos de Córdoba.

Cambiar a una agricultura regenerativa implicó riesgos. ¿Cómo gestionaron esa transición?

“Nos llevó cinco años adaptarnos”, reconoce. Entre los retos iniciales estaban la falta de maquinaria adecuada y la dificultad de controlar las hierbas. “No existían herramientas, ni conocimiento, y la competencia de la materia orgánica complicaba la recolección.” Sin embargo, este periodo permitió recopilar datos clave y entender que los sistemas biológicos necesitan tiempo, tres, cuatro o incluso cinco años, para estabilizarse y dar resultados.

¿Estos esfuerzos han generado beneficios medibles? ¿Ha mejorado el acceso a insumos sostenibles?

Sin duda. Las temperaturas del suelo han bajado, la retención de agua ha mejorado y el ecosistema está más equilibrado. Al mismo tiempo, los bioinsumos son más accesibles y eficaces. “Hace cinco años eran caros y poco eficaces. Hoy son competitivos frente a los productos sintéticos, sobre todo para desbloquear suelos agotados por décadas de agricultura química.”

¿Cuál es el mayor reto actual y cómo están usando los datos para anticiparse?

Si en los inicios el desafío era económico, hoy se trata de transformar los datos en herramientas de previsión. “Ahora estamos correlacionando variables para entender cómo puede evolucionar el clima, no solo a cinco años vista, sino también en los próximos dos o tres meses.” Gracias a la colaboración con ODOS, Coto Bajo está midiendo y visualizando su huella de carbono y biodiversidad con mayor precisión, lo que permite tomar decisiones más informadas y ágiles.

¿Qué viene después en la hoja de ruta ambiental de Coto Bajo?

“Estamos explorando la inteligencia artificial, los sensores y la monitorización avanzada del riego, no solo en superficie, sino a 30–60 cm de profundidad, donde están las raíces.” También han invertido más de 2 millones de euros en digitalizar todo el proceso productivo, desde el suelo hasta la botella, con trazabilidad completa. Con el apoyo de ODOS, están fortaleciendo la recogida de datos para garantizar una trazabilidad ambiental sólida. Además, están plantando nuevas variedades de olivo ricas en polifenoles. “No se trata solo del rendimiento. Queremos aceites con alto contenido antioxidante que aporten salud y sostenibilidad en cada gota.”

Cómo Coto Bajo y otros miden la biodiversidad

Descubre cómo ODOS está ayudando a Coto Bajo a medir biodiversidad, prácticas de agricultura regenerativa y riesgos climáticos en sus olivares en Córdoba, utilizando inteligencia artificial y monitoreo satelital.

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